sábado, 9 de diciembre de 2017

¿Hipocresía?

Hace unos días, hablando con una amiga, critiqué a las personas extremadamente celosas, dije que no era sano ser tan posesivo. Lo critiqué con tal seguridad que ella inmediatamente me contestó: “Pues tú también lo eres”. Mi amiga quería mostrarme que no puedo estar en contra de que algo que yo a veces también hago. Fue entonces cuando me di cuenta de que tenemos muy asumido que lo que hacen los demás y lo que piensan que deberían hacer coincide sistemáticamente, y por eso no concebimos que alguien critique algo que a su vez, también hace. 

Por ejemplo: si hacemos una pregunta a alguien y nos contesta de una forma arisca, pensamos que esa persona no quiere hablar con nosotros o que contestó así deliberadamente. Automáticamente hacemos un juicio basado en su comportamiento sin tener en cuenta otros factores. Lo más probable es que no quisiera actuar así porque sabe que no le gusta ser así. Sin embargo, a pesar de que no le guste ser así, lo es en muchas ocasiones. Esta persona ha sido arisca, y esto no le impide sentirse molesta si alguien le trata de esa misma forma. No le gusta el lenguaje arisco, ni en ella ni en los demás, ¿por qué no iba a poder quejarse de alguien que también es como ella?

Otra situación más concreta: Yo fumo, y cuando veo que mi hijo fuma, le advierto de que no debería hacerlo. La respuesta de mi hijo probablemente sería: “¡Tú también lo haces! No puedes decirme eso”. Pero claro que puedo, y no porque sea mi hijo sino porque también sé que yo no debería fumar.

Tenemos una tendencia a creer que los demás siempre actúan conforme a sus ideas, y por lo tanto, inferimos cómo piensan a través de su comportamiento. Esto se debe, en parte, a la disonancia cognitiva (aquella de la que habló Festinger): cuando lo que hacemos y lo que pensamos no coincide, cambiamos los pensamientos o los actos para eliminar la tensión que esta incongruencia nos producía. Volviendo al ejemplo de antes, si yo fumo pero no me gusta ser fumadora, intentaría dejar de fumar, y en caso de no conseguirlo cambiaría mis pensamientos respecto al tabaco. Trataría de evitar pensar en los efectos perjudiciales del tabaco y puede que incluso me llegase a creer que fumo porque quiero. Pero… ¿qué pasa cuando no podemos cambiar nuestras ideas ni nuestras acciones cuando estas se contradicen? ¿Seremos unos hipócritas por hacer algo y pensar lo contrario? Muchos nos dirán que sí, pero la hipocresía es resultado de mentir o fingir. No hay nada más sincero que aceptar las propias contradicciones, yo creo que los hipócritas serían los que afirman que fumar no es tan malo para así estar en paz consigo mismos.

Con todo esto, insisto en que es válido criticar a quienes actúan como nosotros porque como ya he dicho, que hagamos algo no significa que estemos de acuerdo con ello. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario